El TLCAN a sus 20 años

Escuchar audio: [sc_embed_player fileurl=”https://www.cespedes.org.mx/wp-content/uploads/2014/09/la-voz-cce-089.mp3″]
Este 1º de enero se cumple el vigésimo aniversario de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un parteaguas en la historia contemporánea del comercio internacional y factor sin el cual difícilmente puede entenderse el México de hoy, y previsiblemente, el del futuro.
El TLCAN significó el pase de acceso a la apertura y modernización de la economía mexicana. En estos 20 años, nuestra industria manufacturera ha quintuplicado sus exportaciones, para ocupar el lugar 16 en el mundo por su valor, superando al resto de América Latina en su conjunto.
Tan sólo el intercambio comercial con Estados Unidos representa actualmente más de mil 400 millones de dólares por día, y la inversión directa entre los dos países se sextuplicó.
Si bien nuestro país es mucho más dependiente del comercio bilateral, puesto que 78% de nuestras exportaciones van a Estados Unidos, somos el segundo comprador en el mundo de sus productos y servicios, y por el otro lado, las tendencias apuntan a que pronto desplazaremos a China como su primer proveedor externo, lo cual conviene a ambos vecinos: Las importaciones que hacen a los chinos se producen con apenas 5% de contenido estadounidense, contra un 40% de las que llegan de México.
De acuerdo con datos del Departamento de Comercio y cifras que ha manejado la propia Casa Blanca, el incremento en las exportaciones a México desde el 2010 ha contribuido con más de 265 mil empleos a la recuperación económica de Estados Unidos. La inversión también ha fluido hacia el norte, con un crecimiento de 35% en los últimos cinco años, acercándose a 28 mil millones de dólares.
Por supuesto, hay diversos frentes en los cuales los resultados han quedado cortos frente a las expectativas y el potencial. En el periodo de vigencia del TLCAN, el crecimiento promedio anual de nuestras exportaciones ha sido superior al 10% anual, pero el del Producto Interno Bruto no alcanza el 3 por ciento.
El grueso de la planta productiva nacional no se ha podido insertar en la dinámica. La brecha de productividad entre nuestro sector externo y el resto de la economía, lejos de acortarse, se ha ampliado.
Hay mucho trabajo por delante. La implementación de todas las cláusulas se completó hace cinco años, y el entorno mundial, regional y de los países miembros ha cambiado dramáticamente respecto al que regía en 1994. Como bloque, América del Norte ha venido perdiendo competitividad, pasando de una participación de mercado de casi 19% en el comercio mundial en el 2000, a una de menos de 13% en la actualidad. Europa y Asia nos han superado en términos de integración.
Se han cumplido objetivos centrales como estimular el comercio y la inversión, pero el TLCAN ha entrado a una fase de relativo estancamiento. Precisamente en el vigésimo aniversario, es el momento oportuno para replantearlo, fortalecerlo y relanzarlo como TLCAN Plus: de la integración comercial a una efectiva integración productiva. Las condiciones están dadas para detonar un vigoroso repunte de la competitividad y el dinamismo económico de la región que compartimos.
Estados Unidos y Canadá experimentan un boom energético y un proceso de reindustrialización, mientras que México ha concretado trascendentes reformas que abren un enorme potencial económico. Los costos logísticos y de transporte internacionales han crecido, por lo que la vecindad se vuelve aún más competitiva versus las operaciones de larga distancia. Además, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y el que está negociando Estados Unidos con la Unión Europea demandarán una revisión del Tratado.
El panorama político es también idóneo, como se constató el pasado mes de mayo, cuando los presidentes de México y Estados Unidos anunciaron una nueva fase en la relación, colocando al desarrollo económico en el centro estratégico de la agenda bilateral.
Los sectores empresariales de ambos países hemos estado trabajando con intensidad creciente en ese sentido.
Con ese espíritu, el CCE suscribió el pasado 10 de diciembre un Memorando de Entendimiento con la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, la organización empresarial con mayor número de afiliados en el mundo. En él afirmamos e institucionalizamos una sociedad estratégica para asumir un rol proactivo por la renovación de la relación económica entre nuestros países y sus empresas.
Paralelamente, constituimos un equipo de interlocución y construcción de propuestas, integrado por presidentes ejecutivos de grandes empresas estadounidenses y mexicanas: el US-Mexico CEO Dialogue, que acaba de reunirse en la Ciudad de México para delinear prioridades y objetivos.
Son muchas las áreas de oportunidad sobre las que estamos trabajando para incidir en las políticas públicas y en los ámbitos privado y social de nuestros países:
Buscamos conformar una visión compartida y una agenda clara de líneas estratégicas. Coincidimos en que debemos generar una narrativa y una campaña que expongan con claridad a los ciudadanos y a nuestros gobernantes las realidades, los retos y las oportunidades que tenemos enfrente; en la comprensión de que cada uno de nuestros países tendrá cada vez mayor incidencia en el futuro y el éxito del otro.
El desarrollo regional y la participación de los gobiernos estatales serán fundamentales. Lo mismo que trabajar por una mejor conectividad, corredores logísticos y mayor cooperación en educación e innovación, por ejemplo con un programa ambicioso para el intercambio de estudiantes y abrir centros de investigación básica en México.
Vamos por una mayor coordinación en negociaciones internacionales, con una agenda comercial conjunta más proactiva respecto a regiones como Asia, y particularmente China.
Queremos facilitar el comercio, con procedimientos más rápidos y armonización regulatoria, como el reconocimiento de normas técnicas, ventanas especiales y trato preferencial recíproco entre agencias.
La inversión en infraestructura es clave, en especial la fronteriza. Necesitamos agilizar el transporte terrestre, marítimo y aéreo, con procesos aduanales más eficientes. El comercio se ha multiplicado por siete, y en cambio, el número de cruces se mantiene prácticamente estancado.
En energía, queremos que el desarrollo que se detonará en México entre en sinergia con la revolución que tiene lugar en este ámbito en Estados Unidos y Canadá. Desde luego, hay que mejorar la interconexión eléctrica y de ductos.
Otro tema fundamental será apoyar a las Pymes para que se incorporen al comercio y los negocios bilaterales, directamente y en las cadenas de suministro. Hay mucho interés de ambas partes en facilitar el emprendimiento, para lo cual existen oportunidades como el que la poderosa industria de capital de riesgo estadounidense invierta en los emprendedores mexicanos.
La oportunidad de actualizar al TLCAN, en línea con estos y muchos otros retos, es una ocasión inmejorable para incidir en el progreso de nuestros pueblos. A sus 20 años, este Tratado, da para mucho más de lo que hasta ahora ha aportado.
El 2014 será un año clave, en el que debemos trabajar con visión y celeridad a fin de afianzar las bases para que América del Norte sea la región con más empuje económico del mundo. Un motivo más para anticipar un año de oportunidades y mucho trabajo para los mexicanos.
Ocasión, también, para reiterarles a todos nuestros mejores deseos, por un 2014 de progreso para nuestra nación.