Proyecciones económicas: acelerar el paso

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Tras el cierre de año, la recuperación que se esperaba para superar el bajo dinamismo que la economía nacional mantuvo a lo largo de todo el 2013 todavía no llega. Los indicadores de coyuntura de este año tampoco son los ideales. A estas alturas del primer trimestre, se complica la posibilidad de que se verifique la expectativa oficial de un crecimiento cercano al 3.9% para el 2014.
De mantenerse las tendencias, el crecimiento en el año estaría más cercano al 3.3%, con un carácter inercial marcado en gran medida por el “efecto rebote” luego de la desaceleración del 2013.
Para poder cumplir con las metas, hay que impulsar más fuertemente la reactivación económica, vigorizar el impulso para asegurarnos de que este lento arranque no predomine la tónica del resto del año. Necesitamos hacer las revisiones y correcciones pertinentes para mejorar las condiciones y las perspectivas presentes.
En lo tocante al mercado interno, los datos más recientes disponibles confirman que éste sigue debilitado y sin expectativas claras de un repunte significativo en el más corto plazo.
En materia de creación de empleos urbanos, llama la atención que en enero sólo se registraron poco más de 4 mil 200 plazas en el IMSS, la cifra más baja para ese mes desde el 2002.
Por otro lado, el índice de confianza de los consumidores nuevamente disminuyó en la encuesta de febrero contra el mismo mes del 2013, y el relativo a la disposición para adquirir bienes durables igualmente bajó significativamente.
Asimismo, el crédito al consumo y las ventas de cadenas de tiendas minoristas se han desacelerado.
La cuesta de enero ha sido difícil, acentuada por los primeros efectos del nuevo marco tributario.
Los grandes beneficios que esperamos de reformas como la energética y la de telecomunicaciones se verán sobre todo en el mediano y largo plazo, con flujos crecientes de inversión y generación de empleos, pero los impactos de los cambios fiscales a la actividad económica se resienten en lo inmediato. El futuro es importante, pero también lo es el corto plazo, en gran medida es el que determina el crecimiento.
Asimismo, los efectos que se presentan en el consumo pueden tener su correlato en otras variables clave como la inversión, consecuencia, por ejemplo, de las restricciones que se aprobaron en materia de deducciones, tanto en inversión como en prestaciones laborales, o los costos en recursos y tiempo para adaptarse a las nuevas complejidades administrativas de las obligaciones fiscales.
En el sector externo, las exportaciones petroleras cayeron más de 15% a tasa anual en enero y las no petroleras apenas crecieron 2 por ciento. Respecto al mes previo, disminuyeron las exportaciones mexicanas en casi todas las categorías.
En Estados Unidos sigue en marcha la recuperación, pero no a la velocidad que se esperaba, debido a factores como la inusual temporada invernal que han tenido y a que aún no se despeja un panorama de franco crecimiento y estabilidad en la economía global.
En línea con esto, nuestro sector manufacturero no ha repuntado en los últimos meses y las actividades terciarias han perdido impulso.
El Gobierno Federal ha cumplido en este arranque con su compromiso de ejercer oportunamente el gasto público, pero aun así éste debe acelerarse, especialmente la inversión en infraestructura, al igual que procesos de licitaciones y obras. Se amerita por la lentitud de la actividad económica y las perspectivas no óptimas en la demanda interna y las exportaciones, además de que sectores clave como la construcción no están recuperándose con la firmeza que se requiere, tras la contracción del año pasado.
La urgencia de una rapidez todavía mayor en la ejecución de la inversión pública se deriva también de las restricciones en el gasto de las entidades federativas con problemas de endeudamiento, y sobre todo, por la necesidad de iniciar trabajos antes de que comience la temporada de lluvias y huracanes, la cual frena, pospone o reduce la intensidad de las obras. En este sentido, los próximos cuatro meses serán claves.
Estamos a tiempo de reorientar las tendencias hacia una trayectoria de más dinamismo, si actuamos con presteza y también con objetividad.
Al margen de que en algún momento tendremos que evaluar objetivamente a la reforma fiscal según sus resultados y efectos en la práctica, por lo pronto es preciso evitar cualquier otra disposición que inhiba la actividad económica, como eventuales incrementos de facto en cuotas de seguridad social, que encarezcan aún más la creación de empleos formales y bien pagados, o disposiciones que afecten la certidumbre jurídica que requiere la inversión.
Desde luego, otro factor crítico para aspirar a un mayor crecimiento en este año, y sobre todo en lo sucesivo, es concretar a tiempo las leyes secundarias de las reformas estructurales, asegurando que su forma y contenido cumplan con los principios y objetivos constitucionales, de tal forma que se detone todo su potencial.
Junto con ello, es indispensable trabajar coordinadamente, con visión y compromiso, en la implementación, así como en los retos y oportunidades que tenemos en materia de política industrial, desarrollo regional, fortalecimiento institucional, agenda de productividad y competitividad.
Si completamos estas líneas de acción con medidas emergentes que puedan inyectar dinamismo a la economía en lo inmediato, podremos precipitar la pronta reactivación y entrada a una fase de mayor empuje, con un crecimiento acorde con las necesidades y potencialidades del país.
Como sector privado, estaremos impulsando nuestras propuestas al respecto, en espacios como el Consejo Consultivo Empresarial para el Crecimiento y la Competitividad. Es tiempo de comprometerse con el crecimiento que México necesita en el corto, mediano y largo plazo, de manera suficiente y sostenida.
Reconocemos la visión del Gobierno de la Republica para tomar medidas contundentes, que en el mediano y largo plazo cambiarán y mejorarán las condiciones de vida de todos los mexicanos. El sector público y el sector privado trabajamos juntos para Mover a México.