El Universal, Primera-Opinión, pág. 53, José Graziano Da Silva.
La conferencia sobre el cambio climático (COP 21) que tendrá lugar en París tras los recientes actos de barbarie terrorista, es una nueva oportunidad para la comunidad internacional de reunirse y mostrar su compromiso con la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como la forma más adecuada para promover un mundo más justo, más seguro y más incluyente, en el que nadie sea dejado atrás.
No habrá paz sin desarrollo sostenible. Y nunca habrá desarrollo sostenible mientras la gente sigue sintiéndose excluida, y siga sufriendo pobreza extrema y hambre.
Una solución para un mundo mejor debe involucrar a todos. De esto es lo que trata la Agenda 2030: universalidad, solidaridad e inclusión.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible están vinculados entre sí. El cambio climático es probablemente la cuestión que mejor representa esta interconectividad.
El ODS 13 es específico para el cambio climático. Establece que los países deben tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus consecuencias. El no hacerlo, pondría en riesgo el logro de todos los otros ODS, en particular la lucha contra el hambre.
Liberar al mundo del hambre no puede desligarse de la necesidad de reducir los efectos nocivos del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y la nutrición. Los países que se reúnen para las negociaciones de la COP 21 deben tener esto en mente.
Lo que antes era solo un sueño -un mundo libre del hambre- está ahora a nuestro alcance. Producimos alimentos suficientes, poseemos la tecnología y sabemos que políticas y medidas son las que mejor funcionan.
Sin embargo, el cambio climático, incluyendo fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, representa un obstáculo en el camino para alcanzar este objetivo.
El calentamiento global afecta a la producción de alimentos: el rendimiento de los cultivos básicos está disminuyendo, y en 2050, es probable que se hayan generalizado descensos del 10 al 25 por ciento, o incluso superiores. Mientras tanto, las sequías, inundaciones, huracanes y la subida del nivel del mar amenazan cada vez más las vidas y el sustento de los más vulnerables. Estos desastres relacionados con el clima contribuyen en gran medida a las pérdidas económicas y el desplazamiento de la población. Al mismo tiempo, la población mundial sigue creciendo. Y crece más rápido en los países más vulnerables al cambio climático.
El cambio climático está minando los medios de vida y la seguridad alimentaria de los pobres del mundo, un 80 por ciento de los cuales viven en zonas rurales y depende de la agricultura, la silvicultura y la pesca. Necesitamos un marco mundial para apoyar el desarrollo y el crecimiento, mientras conservamos los recursos naturales de nuestro planeta, sobre todo en las zonas rurales. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una parte central de este marco. Para completarlos, los países se dan cita en París para negociar un nuevo acuerdo mundial sobre el clima que gira en torno a limitar el aumento de la temperatura global por debajo de
2 grados centígrados.
El principal objetivo de la FAO es garantizar que la seguridad alimentaria adecuada para todos siga estando firmemente en el centro del debate sobre el cambio climático. Los países deben ser capaces tanto de implementar soluciones como de ampliar las medidas de adaptación y mitigación. Para este fin, el encuentro de París debe apoyar la transferencia de tecnología, el desarrollo de capacidad y la movilización de fondos.
Estos esfuerzos redundarán en beneficio de todos. En particular, debemos fortalecer los medios de subsistencia de los pequeños agricultores, pescadores y silvicultores que corren mayor riesgo de inseguridad
alimentaria y se ven afectados de forma desproporcionada por el cambio climático, especialmente en los pequeños Estados insulares en desarrollo, los países sin salida al mar, las zonas áridas y semiáridas. Para ellos, la adaptación equivale garantizar la seguridad alimentaria. Los agricultores, pescadores y silvicultores –a gran o en pequeña escala, en los países desarrollados o en vías de desarrollo- son algo más que productores de alimentos. Son custodios de la Tierra, y como tal, ayudan a administrar nuestros recursos naturales en nombre de todos nosotros. Son, pues, un elemento básico y no podemos hacerles soportar solos la carga y el coste de enfrentarse a los efectos del cambio climático.
La FAO se ha comprometido a aportar sus conocimientos técnicos y experiencia en apoyo a estas personas, especialmente en las zonas rurales y a romper el ciclo de hambre y pobreza, en particular frente al cambio climático.
Las alianzas fuertes son la base para el intercambio de conocimientos y recursos en cuestiones de desarrollo. Ahora es el momento de forjarlas. Sólo a través de una estrecha cooperación podemos asegurar que el progreso que hemos logrado en la seguridad alimentaria no se vea comprometido por los impactos del cambio climático.
Es imperativo que organicemos nuestras prioridades y pongamos en primer lugar la seguridad alimentaria. Debemos concienciarnos que los sectores agrícolas -incluyendo la ganadería, los bosques y la pesca, de los que dependen la mayoría de los pobres del mundo- y el cambio climático están estrechamente vinculados, y que las soluciones deben ser conjuntas. Resumiendo: el logro de la seguridad alimentaria y la nutrición adecuada para todos, para una población que aumenta bajo un clima cambiante y con recursos limitados, significa que tenemos que aprender a producir más con menos. Es un llamamiento a la acción.
Fuente: El Universal