El Universal, Primera-Opinión, pág. 42, César Camacho.
Asumiendo liderazgo entre la comunidad de naciones, que reconoció que el nuestro fue el primer país en presentar ante la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), sus propuestas y compromisos para abatir el calentamiento global, México reconoce su vulnerabilidad ante este fenómeno y refrenda su responsabilidad al implementar acciones concretas, sobre las cuales, además, ya ha alcanzado buenos resultados, si bien es mucho lo que resta por hacer.
En el paquete de decisiones legislativas aprobadas por el Congreso de la Unión, en el marco de la reforma energética, se sentaron las bases para lograr la transición paulatina hacia la generación de energía a partir de fuentes menos contaminantes y limpias.
Congruente con lo anterior, mientras se escriben estas líneas los senadores debaten y, esperamos, aprobarán la minuta de Ley de Transición Energética.
Entretanto, sin detenerse, y con base en la Ley General de Cambio Climático, que únicamente existe en nuestro país y en el Reino Unido, el Estado mexicano ha llevado a Paris dos grandes grupos de medidas: las llamadas “principales 2030” que abarcan a la industria, el transporte, el desarrollo urbano y las actividades agropecuarias y forestales; y los “objetivos de adaptación”, referentes a ecosistemas y al sector social.
Con el primer grupo de acciones, nuestro país que el año pasado ya generó el 35% de su energía limpia, asume que para 2030 producirá hasta el 43% a partir de fuentes renovables, cogeneración con gas natural y termoeléctricas con captura de bióxido de carbono, entre otras tecnologías; además de lograr la sustitución de combustibles pesados por gas natural, energías limpias y biomasa en la industria nacional, y controlar la emisión de partículas negras de hollín en equipos e instalaciones industriales.
Asimismo, se homologará la normatividad ambiental, respecto a la vigente en Canadá y Estados Unidos, para vehículos nuevos y en circulación, así como locomotoras, barcos y maquinaria móvil agrícola y de construcción. Se construirán edificaciones y ciudades sustentables, y se exigirá la recuperación y uso de metano en rellenos sanitarios municipales y plantas de tratamiento de aguas residuales. Todo lo anterior al tiempo de avanzar en la tecnificación sustentable del campo y la reducción a tasa cero de deforestación y la recuperación de pastizales.
Aunado a lo anterior, se habrán de incorporar los enfoques climático, de género y de derechos humanos en todos los instrumentos de planeación territorial, regular más estrictamente el uso de suelo en zonas de riesgo, y lograr la gestión integral de cuencas para garantizar el acceso al agua; y promover la capacitación y participación social en toda la política de adaptación.
En representación de todos nosotros, el gobierno mexicano pone el ejemplo: está cumpliendo su papel en el abatimiento del calentamiento global, y se compromete a ir a fondo.
Fuente: El Universal
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