Luis Miguel González / Caja Fuerte
Estados Unidos, China e India generan 45% de las emisiones de contaminantes totales. Si ellos no juegan limpio, no hay futuro. ¿Tendrán la generosidad de implementar las medidas?
Implementar todas las medidas anunciadas por los 180 países para mitigar el cambio climático costaría 3.5 billones de dólares, de acuerdo con cálculos dados a conocer en la COP21 de París. La cifra incluye los costos de la transición energética; la amortiguación en zonas de enorme riesgo y la construcción de nueva infraestructura menos devoradora de recursos fósiles.
Esa cantidad parece inalcanzable porque nunca ha sido movilizada en apoyo del medio ambiente, pero está lejos de ser inédita. La guerra en Irak le costó a Estados Unidos 3 billones de dólares, según Joseph Stiglitz.
Los programas de estímulo monetario puestos en marcha por los bancos centrales de Estados Unidos, Europa y Japón han superado la marca de los 7 billones de dólares y siguen sumando. La Fed ya casi le ha puesto punto final a su QE, pero Europa sigue inyectando 60,000 millones de euros mensuales.
Los recursos dedicados a una guerra y al rescate financiero contrastan con los invertidos en mitigar el cambio climático (CC). En la COP16 de México se estableció el compromiso de crear un fondo mundial de CC. Meses después se definió que el monto sería de 100,000 millones de dólares. ¿Saben qué ha pasado? No se ha completado la cifra. Los recursos “recolectados” apenas superan los 70,000 millones de dólares.
El dinero comprometido contrasta dolorosamente con el tamaño del reto. Es apenas 2% de la cifra necesaria, de acuerdo con los nuevos cálculos. La ecuación no cambia significativamente si incluimos los anuncios del primer día de la COP21.
Duplicar el presupuesto de investigación y desarrollo sobre energías limpias y cambio climático en los próximos cinco años equivale a poner 2,000 millones de dólares anuales más. El fondo de inversión de los millonarios, que encabeza Bill Gates, significa otros 20,000 millones, pero estará atado a la rentabilidad de los proyectos. ¿Es rentable salvar las islas confeti que se hundirán si se eleva el nivel del mar?
La crisis del medio ambiente puede esperar, dicen las acciones de los líderes globales. Sus discursos salen sobrando. Los recursos anunciados son insuficientes y, además, no se entregan en su totalidad. Lo absurdo es que no hay planeta B. Si el que tenemos se vuelve inhabitable, será irrelevante la solidez financiera o el mapa geopolítico.
“En las civilizaciones que han fracasado, las élites que tomaron las decisiones sólo tuvieron un privilegio: ser las últimas en sucumbir”, explica Jared Diamond en Colapso, un libro que describe una decena de ruinas provocadas por negligencia medioambiental.
La COP21 es una de las últimas llamadas. Preocupa que gran parte de la responsabilidad recaiga en sólo tres países. Estados Unidos, China e India generan 45% de las emisiones de contaminantes totales. Si ellos no juegan limpio, no hay futuro. ¿Tendrán la visión, la generosidad y la capacidad de implementar las medidas? Los discursos de sus líderes no sirven para responder a esa pregunta. A Obama le queda poco tiempo en el poder. China es poco transparente. India parece más preocupada por abatir sus rezagos históricos que por asumir responsabilidades globales.
México es uno de los 12 países más vulnerables al cambio climático. Dependemos del mundo, pero tenemos mucho que hacer. Para empezar, cumplir los compromisos e ir más allá; está el amortiguamiento en zonas vulnerables y la obligación de poner freno a la deforestación. ¿Valemos o nos vale?
Fuente: El Economista