Vanguardia, Nacional, pág. 0, El Semanario.
Ciudad de México.- En marzo de 2015, México se suscribió a un plan de acción climático en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), con lo que se convirtió en el primer país en desarrollo en llevar a cabo una acción de este tipo.
El aporte a las contribuciones por parte de México considera planes para adaptarse y reducir el carbono negro u hollín, dos elementos que entre más oscuros, más determinante es su papel en la alteración del clima.
Ahora, con la participación del país en la COP21, además de ser miembro fundador de la Coalición de Aire Limpio y el Clima, el presidente Enrique Peña Nieto anunció la intención federal de establecer un precio al carbono, como medida efectiva para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover el uso de combustibles más limpios.
Cabe recordar que en 2013 se activó el impuesto al carbono para gravar los combustibles fósiles con emisiones superiores a las del gas natural, hecho que sentó el precedente para instaurar un mercado de carbono.
Compromisos a 10 años
Antes de 2025, México anunció que estará generando el 35% de su energía eléctrica con fuentes limpias, mientras que para 2030 el porcentaje se elevará a 43%. Las metas para reducir las emisiones de efecto invernadero son de 22% para 2030 y 51% menos las de carbono negro.
Previamente a los compromisos hechos en la COP21, México ya mantiene compromisos internacionales ante la CMNUCC.
Las acciones para reducir la vulnerabilidad en el periodo 2020-2030, en la adaptación del sector social al cambio climático, son nueve:
Primero, garantizar la seguridad alimentaria y acceso al agua frente a las amenazas del cambio climático, a través de un manejo integral de las cuencas.
Segundo, asegurar la capacidad de construcción y participación de la sociedad.
Tercero, reducir la vulnerabilidad de la población y aumentar su capacidad de adaptación, a través de sistemas de alerta temprana, la gestión de riesgos, así como la vigilancia hidrometeorológica, en todos los niveles de gobierno.
Cuarto, desarrollar mecanismos de participación social, diseñados con un enfoque de género y derechos humanos, para fortalecer la capacidad de adaptación de la población.
Quinto, reducir la vulnerabilidad de la población con instrumentos de planificación territorial y gestión de riesgos, como el Atlas Nacional de Vulnerabilidad y el Atlas Nacional de Riesgos.
Sexto, invertir la proporción de financiación a desastres hidrometeorológicos, con incrementos a los invertidos para la prevención de desastres.
Séptimo, prevenir enfermedades vinculadas al cambio climático, con un sistema de alerta temprana para la información epidemiológica.
Octavo, reducir en 50% el número de municipios en la categoría de “más vulnerables” en el Programa Especial de Cambio Climático (PECC) 2014-2018, además de evitar que otro municipio ingrese en esta categoría.
Noveno, relocalizar asentamientos irregulares en zonas vulnerables a desastres naturales.
Las acciones que se implementarán para el periodo 2020-2030 en la adaptación de infraestructura estratégica y sistemas productivos ante el cambio climático son:
Primero, relocalizar programas de infraestructura, actualmente instalados en zonas vulnerables.
Segundo, incorporar criterios de adaptación para ejecutar inversión pública, que incluyen infraestructura en la construcción y mantenimiento.
Tercero, garantizar el tratamiento de aguas residuales generadas por fuentes urbanas e industriales, para asegurar la cantidad y calidad de agua en asentamientos humanos.
Cuarto, aplicar la norma en especificaciones para la protección ambiental y adaptación a los efectos adversos del cambio climático.
Quinto, garantizar la seguridad en presas e infraestructura hidráulica, así como en infraestructura de transporte y comunicaciones.
Sexto, conservar el germoplasma y variedades de maíz nativo, con la finalidad de fortalecer la diversificación de la agricultura sustentable.
Las acciones en las que México está comprometido para una adaptación del ecosistema son:
Primero, alcanzar una tasa de deforestación de 0% para 2030.
Segundo, reforestar cuencas altas, medias y bajas con atención especial en zonas ribereñas y considerando a las especies nativas de la zona.
Tercero, conservar y restaurar ecosistemas, para incrementar la conectividad ecológica de las áreas naturales protegidas.
Cuarto, incrementar los programas de acción y conservación de especies.
Quinto, incrementar la captura de carbón y fortalecer la protección costera mediante programas de conservación y recuperación de ecosistemas marítimos.
Sexto, garantizar el uso del agua para los distintos objetivos para el cual se consume, como es agricultura, uso doméstico, industrial, urbano.
Fuente: Vanguardia