El País, Internacional, pág. 15, Manuel Planelles.
Si los 195 países reunidos en París logran un acuerdo robusto contra el cambio climático, se enviará “un mensaje claro a los mercados”, decía el lunes el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon: “El cambio es inevitable”. Más allá de las acciones concretas de cada Gobierno, mandar ese mensaje nítido es básico si se quiere que los inversores internacionales se sumen al proceso de descarbonización de la economía y se desentiendan de los combustibles que más gases de efecto invernadero emiten cuando se queman para generar energía. La OCDE ha pedido este miércoles que salga “una señal fuerte” de la cumbre de París para el sector financiero, que debe tener certezas sobre sus “inversiones”.
En septiembre de 2014 se lanzó una campaña internacional de desinversión en combustibles fósiles. Según el balance presentado este miércoles en la cumbre de París, más de 500 instituciones se han sumado a esta iniciativa. En total, estos inversores poseen 3,4 billones de dólares en activos, aunque 350.org y Privar-La (las asociaciones que coordinan esta campaña) reconocen que es complicado saber exactamente el importe de la desinversión, ya que algunas contribuciones a esta campaña son parciales.
Las pensiones de los funcionarios de California dejan el carbón
Los fondos de pensiones de los maestros y funcionarios de California se van a desprender de las inversiones relacionadas con el carbón. Esta medida, que entrará en vigor en enero, la apadrina el senador Kevin de León, que ha participado este miércoles en la cumbre del Clima. “Estos fondos manejan 500.000 millones de dólares”, señala.
“La idea es ir a más”, apunta. De momento, la medida de desinversión se centra solo en el carbón. De León no descarta que en el futuro también llegue a las inversiones de petróleo y gas.
“Hay que ir con cuidado”, dice, “estos fondos tienen una responsabilidad jurídica de cuidas las pensiones de los maestros”. “Somos el primer Estado de EE UU que lo hace”, apunta de León, que no descarta que puedan sumarse otros.
La idea es que en 2017 las carteras de inversiones de estos dos fondos estén limpias de inversiones en carbón. Aunque dice que se puede avanzar más, insiste en que “hay que ir con cuidado”: “esto no es solo teoría, es la práctica, y nosotros somos la séptima economía del planeta”.
Una de las caras más conocidas de esta iniciativa es Stephen Heints, presidente de la fundación Hermanos Rockefeller. “Este movimiento está creciendo rápidamente”, ha indicado Heints este miércoles. Su fundación fue de las primeras en sumarse a esta campaña. Salir de las inversiones ligadas al CO2, tiene, en su opinión, sentido “económico” y “racional”. Ha recordado que muchas de las inversiones ligadas a los combustibles fósiles, si los acuerdos de París se cumplen, están en “riesgo”.
Según Carbon Tracker, un grupo de analista de energía y medioambiente, las empresas de combustibles fósiles mundiales pueden perder hasta 2,2 billones de dólares en la próxima década. “No serán necesarias nuevas minas de carbón, la demanda de petróleo alcanzará su pico alrededor de 2020 y el crecimiento del gas natural no va a cumplir las expectativas del sector”, vaticina Carbon Tracker.
Entre las instituciones que se han sumado ahora a esta campaña están la compañía aseguradora Allianz -que ha eliminado de su cartera 630 millones de dólares de inversiones relacionadas con el carbón-, el fondo de pensiones alemán PFZW -que maneja 161.000 millones- y varias importantes capitales y universidades del mundo.
Este movimiento para que los inversores se alejen del carbón, el petróleo y el gas se complementa con los anuncios que se están haciendo de inversiones en energías renovables. El fundador de Microsoft, Bill Gates, el consejero delegado de Facebook, Mark Zuckerberg, y el fundador del portal de ventas online chino Alibaba, Jack Ma, han creado, junto a otras fortunas, un multimillonario fondo de inversión en tecnologías limpias. En la cumbre, también hay anuncios en este sentido de Gobiernos. El presidente francés, François Hollande, sostuvo ayer que su país duplicará la inversión en fuentes renovables en África. Prevé invertir 2.000 millones de euros entre 2016 y 2020.
Este tipo de ayudas a los países menos desarrollados son importantes, ya que se les exige que crezcan renunciando a las energías fósiles que se han empleado durante décadas en Occidente para generar riqueza. El Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED, por sus siglas en inglés) ha realizado un análisis del coste que tendrán para los 48 países menos desarrollados del mundo, casi todos ubicados en África, los planes nacionales contra el cambio climático que han presentado ante la ONU. Esta organización calcula que a partir de 2020, cuando entrará en vigor el futuro acuerdo de París, los 48 Estados requerirán 93.000 millones de dólares al año.
Uno de los puntos de discusión en París es el de la financiación. Hay discrepancias sobre qué países deben aportar al llamado Fondo Verde para el clima, que a partir de 2020 debería contar con 100.000 millones de dólares anuales, que se destinarán precisamente a los países con menos recursos. Si se mantiene el concepto actual de “diferenciación”, que se emplea desde los noventa en las negociaciones internacionales sobre el clima, algunas importantes potencias, como China, Sudáfrica o India, no estarían obligadas a aportar a ese fondo.
A las desinversiones en energías sucias y las inversiones públicas y privadas en renovables se le añade otro punto importante en las finanzas del cambio climático: las ayudas públicas que muchos Gobiernos mantienen a los combustibles fósiles. La OCDE ha insistido este miércoles en que es necesario suprimir estos subsidios.
En 2014, tras varios años de caída, las inversiones en energías renovables volvieron a crecer. Según la ONU, el año pasado se invirtieron en este sector en el mundo 270.000 millones de dólares. Pero, a la vez, 40 países del mundo mantienen subsidiadas a las energías fósiles. Esas ayudas públicas, según la Agencia Internacional de la Energía, ascendieron a 510.000 millones de dólares en 2014, lo que supone que el 13% de las emisiones mundiales de CO2 estaban subvencionadas. Estas ayudas públicas hacen que los combustibles fósiles ganen competitividad.
No es la primera vez que la OCDE insta a los Gobiernos a que supriman los subsidios, algo que aún no han hecho. A lo que sí se ha comprometido el G-20 es a suprimir el respaldo que los Gobiernos las veinte principales economías del planeta siguen dando a sus empresas para que construyan nuevas centrales térmicas de carbón en el extranjero.
Fuente: El País