El Sol de México, Análisis, pág. 15, Graciela Ortiz González.
La Vigésimo primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se realiza en la ciudad de París, Francia, golpeada lamentablemente por el terrorismo, en donde participan 195 países, en un intento por llegar a un acuerdo para luchar contra el cambio climático y contener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados. México lleva dos compromisos fundamentales, la reducción en 22 por ciento de la emisión de gases y compuestos de efecto invernadero, así como en 51 por ciento las emisiones de carbono negro.
Este tema es de vital importancia, pues de continuar con las tendencias actuales, las emisiones de gases de efecto invernadero pueden duplicarse en los próximos cincuenta años, lo que provocará un aumento de 2.5ºC o más de la temperatura del planeta. El cambio climático causaría un daño económico anual equivalente a entre 1 por ciento y 2 por ciento del PIB mundial.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el aumento en el consumo de energías renovables en todo el mundo permitiría eliminar 85 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono para 2050.
Ante este panorama, en el Poder Legislativo se han realizado importantes esfuerzos en esa dirección, partiendo de la aprobación en diciembre de 2013, de la reforma constitucional en materia energética, que contempló cambios a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Federal la cual mandató, entre otras cosas, la incorporación de criterios y mejores prácticas en los temas de eficiencia en el uso de la energía y de los recursos naturales, la disminución de gases de efecto invernadero, residuos y emisiones, así como la menor huella de carbono en todos sus procesos.
Con esa finalidad, en el Senado de la República se aprobó recientemente la Ley de Transición Energética, cuyo objeto es regular el aprovechamiento sustentable de la energía, así como las obligaciones en materia de energías limpias y de reducción de emisiones contaminantes de la industria eléctrica, manteniendo la competitividad de los sectores productivos.
Con esta Ley, promovemos el cumplimiento de las metas de energías limpias y la eficiencia energética, la disminución de la contaminación ambiental originada por la industria eléctrica y la dependencia de las fuentes fósiles como fuente primaria de energía, incluyendo las emisiones contaminantes. Para el año 2024, las energías limpias deberán contribuir con por lo menos el 35 por ciento en la generación de energía eléctrica del país.
Sin duda, el uso eficiente de la energía tendrá efectos positivos sobre el medio ambiente, muy similares a los que ocasiona la generación a partir de energías renovables.
Todos debemos de contribuir en la utilización de tecnologías limpias, en el aprovechamiento de fuentes renovables de energía y en la conservación del medio ambiente, que nos permitirá además ahorrar en el gasto diario por consumo de energía.
Inclusive la reducción personal de la huella de carbono, como una forma de medir el impacto o la marca que deja una persona sobre el planeta en su vida cotidiana, ayudará a conseguir las metas que nos hemos propuesto tanto en la formación de leyes como en la implementación de políticas públicas.
Nuestro país cuenta con importantes recursos en materia de fuentes renovables de energía, como lo evidencian importantes estudios, tales como su potencial reconocido y el nivel de adelanto tecnológico, por ejemplo en regiones como mi querido Estado Chihuahua, en las que las energías solar y eólica contribuirán sin duda al cumplimiento de las metas nacionales y, consecuentemente, al desarrollo sustentable de México.
Fuente: El Sol de México