El Economista, Urbes y Estados, pág. 41, AFP.
Le Bourget. Un nuevo borrador de negociación fue presentado este jueves, en la conferencia sobre cambio climático de la ONU, pero con escasos avances, luego de tres días de intensas discusiones entre los 195 países.
La discusión entre países ricos y en desarrollo se mantiene en todos los frentes, en particular sobre quién y cómo pagará el enorme desafío que representa impedir que la temperatura del planeta aumente más de 2º Centígrados.
Para lograr ese objetivo, los científicos recomiendan iniciar una transición energética hacia un mundo sin combustibles fósiles, idealmente en el 2050, y además luchar contra la deforestación, la segunda mayor causa del calentamiento del planeta por detrás del transporte y la industria.
El nuevo borrador, puesto a disposición de los negociadores, contiene 50 páginas en lugar de 54.
Pero el número de corchetes aumentó, de 1,250 a 1,400, según cálculos de una ONG, la Fundación francesa Nicolas Hulot.
A los negociadores les cuesta entrar en materia y nadie parece ceder en lo principal, constatan por igual delegados y organizaciones no gubernamentales.
Los negociadores deben entregar en principio su último borrador al canciller francés, Laurent Fabius, el sábado a media jornada. Los ministros deben retomar el testigo a partir del lunes, hasta el viernes 11, cuando en principio debe terminar esta COP21 que quiere ser histórica.
El acuerdo de París sería el primero de carácter universal, que involucre a todos los países, por eso debe ser adoptado unánimemente. Sin embargo, no está claro si será legalmente vinculante.
A propuesta del grupo de países más numeroso, el G-77, que reúne a 134 países en vías de desarrollo y a China, la manera de trabajar cambió a partir de este jueves.
Hay menos reuniones de pequeños grupos de trabajo sobre partes del texto y más intervenciones en asamblea plenaria, para que los países puedan intercambiar directamente propuestas de un lado a otro, que ayuden a desbloquear los puntos más difíciles.
El acuerdo de París debe entrar en vigor a partir del 2020, y la financiación de este ambicioso paquete de medidas es clave.
“El nivel de los apoyos financieros que los países desarrollados destinarán a los países en vías de desarrollo a partir de 2020” debe “clarificarse”, advirtió el miércoles por la noche el G-77+China.
Los países desarrollados replican que desde el último gran acuerdo, el Protocolo de Kioto, de 1998, el mundo ha cambiado mucho, y que la propia China es un país que además de ser el primer emisor de gases mundial, puede contribuir con dinero.
En principio, los países en vías de desarrollo deben recibir 100,000 millones de dólares anuales a partir del 2020. Pero la organización de países industrializados, la OCDE, calculó hace meses que prácticamente dos tercios de esa suma ya están siendo destinados gracias a los bancos multilaterales y los acuerdos bilaterales.
“Según la convención, los países desarrollados están obligados a suministrar recursos financieros, incluida transferencia de tecnología (…). Esto es una obligación legal. No es ‘ayuda’ ni ‘caridad’”, advirtió su comunicado.
Fuente: El Economista