El Economista, Política y Sociedad, pág. 52, Afp.
La financiación de la ayuda climática a los países del Sur y el reparto de los esfuerzos entre países desarrollados, emergentes y en vías de desarrollo no son los únicos temas espinosos.
Los ministros también deberán abordar asuntos controvertidos como el apoyo brindado a algunos países para afrontar las consecuencias del cambio climático o la instauración de reuniones para actualizar los compromisos.
Casi todos los Estados participantes han publicado sus objetivos de reducción de gases de efecto invernadero pero esos compromisos no impedirán que la temperatura mundial suba en torno a los 3ºC con respecto a la era preindustrial, según distintas previsiones.
Los científicos insisten en que por encima de los 2ºC —el objetivo inicial de la COP21— la Tierra sufrirá transformaciones irreversibles, como sequías, inundaciones, caída de la producción agrícola o erosión de las costas.
Ante esta perspectiva, los llamados a alcanzar un acuerdo en París se multiplicaron el domingo. “Vuelvo a instar a los participantes a conseguirlo, ya no hay tiempo que perder”, reiteró el secretario general de Naciones Unidas en la capital francesa, Ban Ki-moon.
Desde Roma, el papa Francisco aprovechó el ángelus dominical para instar a los ministros a tener “valor” para tomar “decisiones importantes” para mitigar los impactos del cambio climático y luchar contra la pobreza, “por el bien de la casa común, de todos nosotros y de las generaciones futuras”.
En Montreuil, en el este de París, los movimientos sociales aprovecharon la jornada de relativo descanso de la COP21 para reivindicar el papel de las alternativas locales en la lucha contra el cambio climático y denunciar que el dinero para frenarlo está en paraísos fiscales.
Fuente: El Economista.