Excélsior, Primera-Nacional, pág. 22, Alberto Begné Guerra
Los acuerdos alcanzados en la COP21 reflejan un amplio consenso en torno al desafío global para mitigar el cambio climático, pero no dejan de ser una declaración de buenas intenciones que, en rigor, no garantizan la superación del desafío. El consenso, pues, es significativo, pero su traducción en medidas puntuales y vinculantes —medibles, evaluables y sancionables— es pobre y ambigua. Reconocer que los esfuerzos de los gobiernos han sido insuficientes y expresar la voluntad de redoblarlos para tratar de evitar que el calentamiento global supere los 2 grados centígrados al final de este siglo —e, incluso, ya entregados a la buena voluntad, plantear que no rebase 1.5 grados— parecería irreprochable. Sin embargo, la cuestión no radica en poner un límite en los termómetros.