Diario Imagen, Nacional, pág. 9, Francisco Rodríguez
Se da como generalmente aceptado que, después de la Revolución, los regímenes mexicanos dedicaron toda su labor diplomática a facilitar las acciones económicas y de inversiones, procedentes del exterior, con objeto de eliminar cualquier escollo que pudiera interponérseles dentro del aparato administrativo e, incluso, entre los grupos de presión e interés.
La mayor escuela diplomática del continente, la histórica brasileña de Itamaraty, ha reconocido que la función de los expertos internacionalistas de carrera es esa y no otra. Quien diga lo contrario, se pasa de demagogo, se exhibe de oportunista.
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Fuente: Diario Imagen