Excélsior, Primera-Opinión, pág. 10-11, Lorena Rivera
Irónico porque a finales de ese año los líderes mundiales consensuaron el Acuerdo de París, concebido como un poderoso y ambicioso instrumento para reducir las emisiones de GEI, ralentizar los fenómenos del clima, mitigar sus efectos devastadores, así como construir sociedades resilientes, entre otros objetivos.
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