Siempre, Revista, pág. 77, Senadora Blanca Alcalá Ruíz.
Nadie duda de que la producción industrial y la agrícola producen gases de efecto invernadero. Pero, incluso, las actividades domésticas también lo generan, como por ejemplo, el uso de combustibles para trasladarse en vehículos automotores, calentar el agua, consumir carbón para cocinar alimentos, enterrar basura o usar aerosoles, entre otras prácticas cotidianas. De acuerdo con datos del Programa de la Vigilancia de la Atmósfera Global de la Organización Meteorológica Mundial, 2014 ha sido el año en el que se alcanzaron los niveles más altos en cuanto a la proporción permisible en la atmósfera de dióxido de carbono (CO2),metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), todos ellos componentes que causan el efecto invernadero y la alteración del clima terrestre.
Innumerables han sido los resultados del incremento de la temperatura a nivel global. Por ejemplo, hay un proceso de acidificación de los océanos por la absorción de carbono generado por el hombre y, como consecuencia, la modificación de ecosistemas con la probable pérdida de fauna marina. Además, el proceso de deshielo en las regiones polares, según los especialistas, significa la afectación de zonas costeras en muchas regiones del mundo, sin dejar de lago el incremento de los niveles de los lagos y ríos que se alimentan del deshielo de las cimas de las montañas en diferentes partes del planeta.
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