El País, Internacional, pág. 9, Pablo Ximénez de Sandoval.
El río Colorado no desemboca en el mar. Después de regar siete estados de Estados Unidos, pasar la frontera y dar de beber a otros dos estados en México, agoniza convertido en apenas un chorrito durante unos kilómetros hasta que se seca en el desierto de Sonora, lejos del delta que formó durante milenios cuando desembocaba en el Mar de Cortés. Es así desde hace medio siglo. A cambio de secar el delta del Colorado, nunca ha faltado el agua para consumo humano, incluso en la actual sequía del suroeste, gracias a un delicado equilibrio político y la colaboración entre las administraciones implicadas. Tiene diez presas en sus 2.300 kilómetros de cuenca de las que salen acueductos para que su agua llegue a los grifos de 25 millones de personas desde Denver hasta San Diego.