Domingo, 01 de diciembre de 2013
En su primer año, el gran mérito del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto ha sido dar un impulso vigoroso a cambios estructurales que desde hace décadas, estaban atorados, en un entorno de confrontación y esterilidad legislativa. Es palpable un nuevo dinamismo y valoración de la política en la función de construir acuerdos y soluciones a los grandes retos de la nación.
Desde los primeros dos días del sexenio, se planteó una agenda ambiciosa y clara de reformas, así como un mecanismo eficaz para lograrlas, que es el Pacto por México, el cual también cumple un año. Ha habido la apertura y disposición al diálogo, con las fuerzas políticas y los sectores, y por encima de los desencuentros, que era natural que se presentaran, el saldo ha sido productivo.
Se logró una reforma constitucional histórica en materia educativa; se propusieron y lograron cambios de gran trascendencia en telecomunicaciones, a favor de la competencia y la modernización del sector; se avanza en el fortalecimiento de la transparencia y la semana pasada también se concretó una importante reforma financiera para impulsar el crédito.
La excepción fue el nuevo paquete fiscal: si bien hubo avances, no fue la reforma de fondo que se necesitaba, y que queda pendiente para darle solidez y sustentabilidad a las finanzas públicas, facultar una reingeniería profunda del gasto público en los tres niveles de gobierno, y contar con un marco favorable en términos de formalización, competitividad y crecimiento económico.
No obstante, si se concretan dos de las reformas que todavía están pendientes de aprobar antes del próximo 15 de diciembre, y siempre que sean de fondo, el 2013 sin duda será un año decisivo para el país, en el que se sentaron bases sólidas de transformación y progreso.
Ahora, resulta fundamental concretar todas las leyes reglamentarias, para aterrizar los cambios logrados. Este será un reto crucial para la primera mitad del 2014.
En esta tarea, y para mantener la dinámica reformadora, hacemos un exhorto a todos los partidos y a los mexicanos para respaldar al Pacto por México. A un año, ha dado excelentes resultados y puede seguir entregándolos. Ante los cuestionamientos sobre su viabilidad, es momento de relanzarlo, y la mejor vía para hacerlo es fortalecerlo con la participación de la sociedad y sus sectores, que ha sido un elemento ausente.
Necesitamos un Pacto de los mexicanos, no sólo de los partidos políticos. De esta forma, será un mecanismo valioso de consulta, entendimiento y conciliación, para que perseveremos en la constitución de una visión de país de largo plazo, con un rumbo fijo que privilegie las coincidencias, dentro de nuestra pluralidad. De manera destacada, para contribuir en el reto de la legislación secundaria y a fin de concitar los acuerdos sobre los muchos compromisos que han quedado pendientes.
Al margen de esta oportunidad de mantener un espacio para el acuerdo, está claro que para el Gobierno de la República y en la agenda pública, la etapa que se ha centrado en las reformas legislativas tiene que dar paso a una nueva fase, donde el énfasis estará en la implementación y en una gestión eficaz de la política y la administración pública, con una exigencia creciente de generar resultados tangibles.
Hay tres temas torales en los que los logros son insuficientes; en todos ellos hay que redoblar los esfuerzos, con voluntad de que haya cambios en la práctica, más allá de las intenciones, las reformas legales que puedan hacerse y el diseño de estrategias y programas: seguridad pública, compromiso y eficacia para propiciar un mayor crecimiento económico, y determinación firme de cumplir y hacer cumplir el Estado de derecho, sin excepciones y en todos los ámbitos y niveles.
Para avanzar con paso firme en estos tres frentes, se requiere de evaluación objetiva, transparencia, rendición de cuentas y diálogo continuo con todos los involucrados, a fin de facultar la autocrítica, el fortalecimiento o la corrección oportuna del rumbo o las acciones, cuando sea necesario.
En seguridad pública, si bien se reporta una baja en el número de homicidios y se han perfilado estrategias prometedoras de coordinación o prevención, delitos como el secuestro y la extorsión han repuntado a niveles preocupantes y siguen habiendo zonas donde la delincuencia organizada es un poder paralelo. No se percibe un cambio sustantivo en el panorama o en la respuesta para combatir estos problemas.
El llamado que hacemos es a acelerar el paso en prioridades como la depuración de las policías y en la procuración e impartición de justicia. No basta generar planes y compromisos; se necesita una ejecución eficaz.
En materia económica, las reformas que se han logrado, y las que están avanzando, son pasos fundamentales y trascendentales que mejoran las condiciones para el crecimiento y el empleo. Sin embargo, el saldo de este año ha quedado muy por debajo de las expectativas, y México necesita mejores indicadores en el corto plazo, no sólo en el futuro.
Hay que revisar y corregir lo que faltó y lo que falló. Entre las causas internas de la desaceleración, que afortunadamente se está revirtiendo, están factores como un ejercicio lento del gasto público, desabasto energético, caída del sector de la construcción y la vivienda, y la incertidumbre relacionada con las propias reformas.
El 2014 tiene que ser significativamente mejor, y para asegurar una reactivación notoria de la economía tenemos muchos pendientes que urge acometer, y que no requieren de cambios en las leyes: debemos decidirnos por una cruzada por la formalización y la productividad de todos los agentes económicos, y en especial de las MiPymes, indispensable para que las reformas den los mejores resultados; urge trabajar en los lineamientos de una nueva política industrial y un renovado plan de infraestructura; hay que explorar oportunidades como un relanzamiento del TLCAN, hacia una mayor integración productiva, ahora que el acuerdo cumple 20 años.
Aprovechemos los espacios que hemos creado para el fomento económico, como el Consejo Consultivo Empresarial para la Competitividad y el Crecimiento.
Finalmente, en Estado de derecho, está faltando un compromiso firme para combatir a fondo la corrupción y la impunidad, en el discurso y en las acciones. Urge una gran cruzada nacional en este frente y que ya no retrasemos la constitución de una Comisión Anticorrupción Ciudadana, que dé rumbo y dinamismo, a ésta que es la gran asignatura pendiente de México. Es una vía de renovación, para que las intenciones y las leyes se correspondan con las actitudes y acciones de los ciudadanos y sus representantes, en todos los órdenes y poderes de gobierno.
2013 ha sido un buen año para preparar el terreno; 2014 tiene que concretar el “momento mexicano”, para una mejor cosecha de resultados en el corto plazo, y con perspectivas aún mejores a mediano y largo plazo. Las condiciones están dadas para lograrlo.
En este desafío, la nación cuenta con sus empresarios, y nosotros con México.